

Pasamos casi el 90% de nuestra existencia dentro de los edificios. En ellos vivimos, trabajamos, estudiamos, compramos y hacemos deporte. Pero para ello necesitamos energía no solo para acondicionarlos en su funcionamiento, sino también para fabricar los materiales necesarios para su construcción y para desechar aquellos que necesitan ser reemplazados, por ejemplo. El diseño arquitectónico bajo en Carbono garantiza los nuevos retos marcados por la ONU para 2030 y 2050. Te contamos unas sencillas estrategias que puedes empezar a aplicar a partir de ya en tus proyectos ;-).
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La necesidad de proyectar edificios bajos en Carbono está ahí desde que el Acuerdo de París fue firmado en 2015. Según los compromisos pactados, el sector de los edificios, causante del 38% del total de las emisiones de gases de efecto invernadero emitidas a nuestra atmósfera terrestre, debe apretarse bastante el cinturón y adelgazar considerablemente en contaminación. Más concretamente, para 2030 deben reducirse al 50% y para 2050 todos (sí, has oído bien) los edificios deben ser, al menos de Consumo Neto Cero.
Y, ¿Qué significa el Consumo Neto Cero? ¿Y en qué se diferencia de los Edificios de Energía (Neta) Positiva? Los edificios de Consumo Neto Cero (Net-Zero) son aquellos que, gracias a un diseño y gestión altamente eficientes, consiguen compensar los consumos que sí o sí son necesarios con generación de energía renovable o incorporación de masa vegetal, de forma que el balance queda en 0 emisiones. Los edificios de Energía Positiva siguen el mismo criterio que estos últimos pero generando más energía que consumiendo, de ahí lo de «positivo».
La cuestión aquí es, que se tiende a localizar estos consumos en la fase de uso de los edificios y computar ese balance solamente teniendo en cuenta los consumos de operación. En realidad, los edificios diseñados como «bajos en Carbono», que es donde se pretende llegar con el Acuerdo de París, tienen que ver también con todo el Ciclo de Vida del Edificio. Por lo tanto, para tener diseños bajos en Carbono, hay que plantear estrategias en tres fases del Ciclo de Vida del edificio donde más CO2 se «escapa»:
Aunque oficialmente no hay una cifra numérica mínima de cantidad de gases de efecto invernadero que hay que reducir en nuestros edificios, te damos simplemente 3 factores:
Para ello, contamos ya con herramientas gracias a las que hacer edificios bajo en Carbono no sea una tarea tan ardua. Son, por orden de mayor a menor impacto positivo:
En resumidas cuentas, el desarrollo de edificios bajo en Carbono es un acercamiento holístico que implica modificar nuestra práctica para construir un futuro mejor, sin llegar a comprometerlo. Hecho de la manera correcta, debemos alinear todos los equipos humanos (arquitectura, ingeniería, fabricantes y constructores) con los equipos tecnológicos para poder reducir al máximo la contaminación atmosférica en masa.
Los edificios bajos en Carbono (LCB) están precisamente diseñados con la reducción de las emisiones de CO2 siempre en mente. Para poder disminuir el contador de Carbono en tus proyectos, te proponemos que lleves a la práctica estas 6 estrategias generales de alto impacto positivo. Como vas a poder comprobar más abajo mientras leas, no se trata simplemente de aumentar la superficie de instalación fotovoltaica en el solar, sino de opciones de implantación más integrales. Aunque esta primera opción también es muy recomendable ;-).
El llamado «genio del lugar» nos da muchas pistas sobre cómo actuar en el solar para reducir consumos de CO2 innecesarios, antes de trazar cualquier línea sobre el papel. Por ejemplo: estudia concienzudamente la topografía y el paisaje más inmediato, la posible escorrentía y fauna preexistente, la radiación solar (para las ganancias solares y la instalación de energía renovable), las sombras arrojadas de otros edificios y el viento.
Conservar la vegetación preexistente e integrarla en el proyecto es fundamental, pero siempre y cuando sea viable para la construcción. También es muy recomendable apostar por la instalación de cubiertas verdes, donde la naturaleza puede proseguir tras la edificación en el solar.
Este factor está últimamente en el punto de mira del sector: las famosas Declaraciones Ambientales de Producto (DAP) dan fe de que hay materiales de construcción que tienen una energía embebida desorbitada. Para reducir la huella de Carbono es preciso que hagas en tu proyecto una selección de materiales:
Cualquier metodología de trabajo y gestión que tenga que ver con la construcción industrializada u off-site reduce considerablemente el desperdicio de materiales y optimiza el uso de estos a lo estrictamente necesario. Por eso, el hecho de ensamblar componentes industrializados en obra es mucho más eficiente y reduce los impactos ambientales en el entorno del solar, al no tener que hacer vertidos al sustrato.
El diseño Cradle to Cradle (de la cuna a la cuna) es propio de una economía circular, en la que se considera que toda materia que se incorpora a la cadena de producción debe seguir en ella y ser reciclada continuamente o bien ser degradable en el medioambiente. Realizar un estudio de trazabilidad de los RCD y del nivel de reciclaje de los productos de construcción sería también fundamental y complementario a la selección de materiales.
Esta sea de todas las estrategias que te proponemos quizás la más conocida y extendida. La instalación de sistemas de producción de energía renovable en cualquiera de sus modalidades es una opción excelente de atajar la huella de Carbono del proyecto. Pero siempre ten en cuenta de reducir primero la demanda de energía, para también optimizar la instalación.
Todo proyecto, por muy sencillo y pequeño que parezca, puede implicar cierta complejidad y carácter innovador. Te aconsejamos que partas con una implantación baja en Carbono en proyectos de edificios pequeños, pero llevando al extremo todo el proceso del Análisis de Ciclo de Vida. Así, poco a poco irás integrando en tu proceso de diseño habitual estas y demás estrategias bajas en Carbono.