

Hasta hace bien poco los arquitectos centrábamos nuestro diseño en la composición arquitectónica, sin tener criterio de elección de materiales más allá de la estética, por ejemplo. Desde el Reto Kömmerling te invitamos a que imagines hospitales construidos con materiales que no provocan enfermedades, oficinas que fomentan la productividad y viviendas donde se puede dormir tranquilo. Es momento de priorizar los edificios beneficiosos para nuestra sociedad, los edificios saludables.
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La Organización Mundial de la Salud (OMS) definió el concepto allá en 1986: “aquellas construcciones que son ambientalmente responsables y eficientes en recursos, pero que integran salud, bienestar y experiencia humana”. Es nuestro deber por tanto como arquitectos diseñar edificios que correspondan lo más posible con esta definición, ¡que ya tiene casi cuarenta años!
La comunidad científica se dio cuenta de los efectos en nuestra salud que producen nuestros hábitos de vida actuales, como es el exceso de horas que pasamos en los edificios. Como respuesta a esta problemática, las casas o edificios sanos disponen de un ambiente interior tan bueno que impacta positivamente en la salud, el bienestar y la productividad de las personas. Suena bien, ¿verdad?
El tema de que a diario pasamos al menos 20 horas en ambientes cerrados no nos viene de sorpresa. Lo que sí puede sorprenderte es que, en general, la calidad del aire que respiramos dentro de los edificios es mucho peor que la del aire exterior. Tanto que se estima que, el 50% de las enfermedades de origen pulmonar son consecuencia de habitar edificios poco saludables. ¿Ves ahora el papel tan importante que desempeña la arquitectura en la sociedad?
Tanto si se trata de viviendas, oficinas o escuelas, la manera en la que damos forma, construimos y mantenemos nuestros edificios pueden tener efectos muy diferentes en la salud de las personas que los ocupan.
Cuando hablamos de casas sanas no estamos introduciendo un concepto nuevo, ya que la salud va implícita en el pilar social de la sostenibilidad. Por tanto, cuando nos referimos a edificios sostenibles, entendemos que son también saludables.
En palabras de Paula Rivas, directora técnica de GBCe, “todas las personas involucradas en el sector de la construcción debemos tomarnos muy en serio la influencia que tiene la arquitectura en la salud de las personas”. Para Paula, tenemos dos aspectos sobre los que poder actuar y diseñar mejores edificios:
Sin meternos en estándares de construcción ni sellos de sostenibilidad, nos gustaría plantearte ciertos temas que influyen y mucho en la salud de las personas, y que alguna vez pasamos por alto. Te planteamos la siguiente caja de herramientas técnicas:
Si estás interesado en profundizar en este tema, puedes descargarte el estudio que realizó la Universidad de Harvard, donde encontrarás los nueve fundamentos de un edificio sano.
¿A que nunca te habías planteado destinar en tus diseños más espacios para vegetación en lugar de instalar sistemas de aire acondicionado o más radiadores? La mayoría de las veces pasamos por alto el efecto positivo que producen las plantas en la termorregulación y calidad ambiental interior. Además, el verde mejora enormemente la calidad del aire, la paz mental y la sensación de bienestar.
Desde el punto de vista perceptivo-sensorial, nuestra colección de recursos está relacionada con esta gran capacidad que tenemos los arquitectos de imaginarnos dentro de los espacios que diseñamos. Una vez nos visualizamos en el interior de nuestras casas sanas, podemos potenciar con el diseño los siguientes sentidos:
Como ves, cambiando ligeramente nuestra mentalidad podemos contribuir en gran medida a conseguir entornos construidos más saludables y sostenibles: “Mente sana en edificio sano”.