

El aumento cada vez mayor del número de proyectos de arquitectura sostenible es una buenísima noticia. La era de la sostenibilidad ya está con nosotros y, cuantos más estemos en el carro, mejor para el planeta. Por otro lado, nuestro mundo frenético lleno de toma de decisiones rápidas puede llevarnos a dar por sentado que ciertos materiales son sí o sí sostenibles. En este post nos preguntamos si la madera como materia prima es sostenible y qué factores son determinantes para saberlo. ¡Sigue leyendo!
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El hecho de que un material sea calificado como sostenible tiene sus motivos. Para ello queremos aclararte que el contador de sostenibilidad lo marca una serie de impactos en el ciclo de vida del del edificio. Aquí te mostramos el viaje y transformaciones de un material de construcción en las diferentes fases del ciclo de vida del edificio:
Normalmente este viaje e impactos del material queda reflejado en la ficha DAP del producto de la construcción concreto, donde se realiza un Análisis del Ciclo de Vida completo (en las cuatro fases anteriores).
En el caso de las materias primas, es muy importante que nos fijemos en los impactos que ocurren en las fases «extremo» del ciclo, es decir: las fases de producción y deconstrucción. De esta forma sabremos cuánto de sostenible es el material, si puede reinsertarse en la cadena de producción una vez cumplido su servicio en el edificio.
Por ejemplo, normalmente una fase de producción con materiales de nueva extracción/explotación es bastante costosa no solo en términos de emisión de gases de efecto invernadero sino también económicos. Este hecho cada vez va a hacerse más evidente en nuestro sector, donde veremos cómo el precio de productos de la construcción con materias primas «nuevas» se incrementará cada vez más, puesto que cada vez serán más escasas.
Y, por otro lado, al final del ciclo de vida del edificio, observar cómo se comporta esa materia prima ya utilizada durante un largo período de tiempo (instalada en el edificio): ¿Es reutilizable o reciclable? Si así es, el material es sostenible, ya que tiene posibilidades de reinsertarlo en la cadena de producción y evitar la sintetización de nuevas materias primas en la fase de fabricación.
Como materia prima de sistemas constructivos, la madera nueva tiene claramente un menor impacto medioambiental en su fase de producción que otros materiales de nueva fabricación como el hormigón, el ladrillo, el aluminio o el acero (los árboles atrapan CO2 en su crecimiento, en lugar de emitirlo en su fabricación). El hecho de que éste sea un material biológico, también da grandes posibilidades de actuación sobre todo en la fase de desmantelamiento, porque puede considerarse un residuo orgánico y, por tanto, biodegradable.
Un estudio realizado por la Universidad de Yale y la Universidad de Washington demuestra que podríamos ahorrar entre el 12-19% del consumo global anual de combustibles fósiles si reemplazaramos el resto de materiales por madera. Aún así, el dar por sentado que cualquier tipo de material o sistema constructivo fabricado con madera es sostenible es tan poco sensato como pensar que la superficie arbórea en la Tierra es inagotable. Bien es cierto que los arquitectos queremos que nos den la mejor solución para diseñar nuestros edificios con libertad pero, el hecho de etiquetar todos los productos fabricados con madera como sostenible es un error grave.
La madera tiene numerosas ventajas con respecto a materiales inertes:
Fase de producción: el uso de la madera como materia prima de forma masiva puede asociarse con la deforestación. Es decir, se talan más árboles de los que se reponen. Lo que puede causar una escasez en la provisión de madera. Y no solo eso, sino que estaremos contribuyendo a los efectos del cambio climático, al disminuir la masa arbórea mundial. Un informe de la WWF advierte que la cantidad de madera extraída en el mundo se triplicará para el año 2050.
Fase de deconstrucción: los productos de la madera tienen tamaños muy específicos. Al desmantelar un edificio sólo es posible reciclarlos pero como subproducto (downcycle), no con la función original. Por ejemplo, si se quiere reutilizar una viga de madera proveniente de un edificio desmantelado en otro de nueva planta, lo más seguro es que, por dimensiones y durabilidad, no sea adecuada. La materia prima de la viga de madera se puede reinsertar en la cadena de producción pero en otro formato, como mobiliario y pellets para calderas.
En este aspecto, posiblemente la madera desmantelada de los componentes constructivos, normalmente acabada en el vertedero. Aunque sea materia prima biodegradable, su gestión como residuo debe ser tenido en cuenta igualmente.
Ya hemos entendido que los sistemas estructurales y arquitectónicos fabricados con madera provienen de explotación forestal, por el hecho de que es difícil reutilizar piezas arquitectónicas provenientes de un edificio desmantelado por necesitar dimensiones concretas. Por lo tanto debemos centrar nuestro interés en trabajar con maderas producidas de forma sostenible.
En este sentido debemos asegurarnos de trabajar con fabricantes implicados en manejar madera con certificados como FSC y PEFC.
Por otro lado, saber la trazabilidad de la madera utilizada al final de su uso nos ayuda a identificar una madera como sostenible. Es decir, en el momento en que el sistema constructivo que contiene madera es desmantelado, ¿Dónde será almacenada? ¿A qué vertedero se transportará? ¿Cómo la gestionará dicho vertedero? ¿Está el fabricante implicado en el proceso de desmantelamiento? Todas estas respuestas son claves para saber si la madera utilizada en tu proyecto es gestionada de forma sostenible.
En conclusión: la madera es en sí en origen sostenible, lo que facilita mucho las cosas. Pero, también debemos asegurarnos de que su gestión es también sostenible.