

“Toda construcción para propósitos humanos debe ser un rasgo elemental y simpático del suelo, complementario de su medio ambiente, emparentado con el terreno.”
F.L. Wright
“El ser humano no debe desprenderse de sus impulsos primigenios, de su ser biológico. Debe recordar que él mismo proviene de un principio natural y que la búsqueda de su morada no puede desligarse de sus raíces; es decir, debe evitar que su hábitat sea antinatural”.
Javier Senosiain
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La arquitectura orgánica u organicismo es una filosofía, pensamiento o perspectiva aplicada a la arquitectura que busca una armonía total de la arquitectura con los elementos que la rodean, tanto hacia el exterior como en los espacios interiores.
Aunque el organicismo no es un movimiento estilístico y no atiende a ninguna forma arquitectónica concreta, sí que podemos encontrar similitudes en cuanto a consideraciones de espacio, materiales y elementos arquitectónicos.
Te destacamos los rasgos que más definen el organicismo:
Básicamente podemos afirmar que la arquitectura orgánica es lo opuesto a la escuela de la Bauhaus. El organicismo no va en contra del medio natural, considera la arquitectura como una proyección humana de éste. Esta forma de hacer la arquitectura te puede sonar familiar, si hablamos de nuevas corrientes como la baubiología y arquitectura ecológica.
Estamos hablando de una clara apuesta por los materiales de bajo impacto ambiental y, en la medida de lo posible, aprovechar todo lo que el terreno y las características del solar nos ofrece para utilizar la menor cantidad de materiales posible. Estamos hablando sobretodo de obras ya más próximas al siglo XXI, como las de los maestros Goff, Senosiain y Hundertwasser, quienes buscan por encima de todo la reutilización de componentes y utilizar el terreno para enterrar sus edificios creando cubiertas verdes.
También podemos encontrar conchas, piedras, vidrios, celulosa, … aparte de la utilización de piedra y madera en la estructura, siempre relacionados con la obra de F.L. Wright.
El organicismo deriva del racionalismo como pensamiento reaccionario, contrario a este. Su origen se remonta a principios del siglo XX, cuando el arquitecto F.L. Wright escribió en 1908 una serie de principios y fueron publicados en la revista Architectural Record, en EEUU. En ellos Wright explica con todo detalle nueve términos asociados al diseño arquitectónico y que a menudo han sido interpretados o utilizados de manera errónea, a ojos de este maestro arquitecto. Aunque los escritos de Wright datan de esta época, fue a partir de la “crisis del estilo internacional” (mitad de siglo XX) cuando la filosofía orgánica ganó popularidad.
En su artículo “Manifiesto por la Arquitectura Orgánica”, Wright explica con detalle los principios de la arquitectura orgánica:
Para Wright, la casa “debe tener el reposo y una cautela que tranquilicen el todo y lo unifiquen agradablemente con la naturaleza exterior.”
Una característica principal de la obra del Maestro es la eliminación sistemática de tabiques, que hacen que la casa parezca una máquina. Los espacios interiores en los edificios de Wright son fluidos, luminosos y con alta presencia de vegetación. Un recurso que utilizó a la hora de diferenciar “funciones”, fue la de jugar con las alturas de los techos, por ejemplo.
Una gran influencia arquitectónica y filosófica que marcó la segunda fase de la vida profesional de Wright fue su estancia temporal en Japón (1917–1922): empapado de la cultura Zen, Wright hizo varios diseños en Japón y posteriormente en EEUU. Una de sus obras emblemáticas, la casa de la cascada o casa Kaufmann, es testigo de esa influencia.
Asimismo, los arquitectos nórdicos representados por Erik Gunnar Asplund, Alvar Aalto, y Jørn Utzon bebieron del organicismo y extendieron el concepto tanto en los países europeos como internacionalmente.
Poco a poco y gracias también a la puesta en práctica con proyectos del propio Wright, considerado padre de la arquitectura orgánica, el pensamiento organicista fue difundiéndose hasta llegar a su máxima popularidad a nivel mundial a partir de mediados del siglo XX. Como maestros del organicismo podemos citar a Erik Gunnar Asplund (Suecia), Alvar Aalto (Finlandia), Hans Scharoun (Alemania), Jørn Utzon (Dinamarca), Bruce Goff (EEUU), Friedensreich Hundertwasser (Austria), Javier Senosiain (México), Samuel Flores Flores (Uruguay) y nuestro querido Antoni Gaudí (España).
Conocida también como la casa de la cascada, es considerada una de las joyas de la arquitectura del siglo XX. Pieza única en sus formas y entorno, esta vivienda de fin de semana redefine la relación entre el hombre, la arquitectura (como extensión de su naturaleza) y el medio natural.
Bruce Goff demostró su estilo con esta casa experimental ubicada en Oklahoma, EEUU. El arquitecto introduce aquí la espiral con maestría creando espacios interiores de gran riqueza. La fachada está compuesta por mampostería y vidrios reutilizados.
Esta vivienda puso un antes y un después en el concepto de arquitectura orgánica. Obra maestra de J Senosiain, está literalmente enterrada bajo tierra. La estructura está formada por una malla continua y sinusoidal de ferrocemento armado con mallazo, cubierta por una capa de poliuretano, como impermeabilizante y aislante térmico. Esta cueva moderna se distribuye principalmente en dos tipos de espacios: de día (salón, comedor y cocina) y de noche (dormitorios y baños). Entre ellos circula un pasillo curvo “de transición”.
La traducción del alemán de este edificio único es “espiral de bosque”. El artista austriaco Hundertwasser tuvo la visión de crear un edificio de apartamentos que tuviera igual número de árboles que de ocupantes, y así lo hizo. Cabe destacar que cada ventana es diferente, cada apartamento es único y se utilizó hormigón reciclado para su construcción.
De Gaudí queremos destacar sobre todo el parque Güell, aunque cualquier obra suya representa a la perfección el concepto organicista. A menudo obsesionado con las estructuras vegetales, Gaudí despliega toda su imaginación en los pabellones del parque, estancias exteriores, galerías y terrazas. También queremos recordarte la técnica de reciclaje de mosaicos tan característica que utilizó, el trencadis.
El edificio emblema de Hans Scharoun ha servido y sigue sirviendo de ejemplo para los proyectos de auditorios por su extraordinaria acústica y cómo el público queda integrado totalmente con la disposición del escenario.
Llegado a este punto tras un repaso al organicismo desde su origen hasta obras en la primera década del siglo XXI, nos gustaría también apuntar que esta filosofía arquitectónica ha servido de base otras muchas corrientes arquitectónicas del siglo presente, como la baubiología, la arquitectura ecológica, conceptos de arquitectura basada en la economía circular … pero también a mi juicio fue caldo cultivo para corrientes estilísticas como el post-modernismo, que bebieron quizás más de su estética y rebeldía formal que del concepto en sí.
De hecho, lo que ahora consideramos de plena actualidad como es la reutilización de materiales, su reciclaje y el aprovechamiento de los recursos naturales disponibles, era un básico del organicismo. Por lo que hacer pensar que, quizás los organicistas tuvieran razón, en el sentido de que la arquitectura debe estar en intrínseca relación con el entorno y el hombre y no dar la espalda a ambos. O como pronunció una vez Wright: “el peligro de que la máquina se convierta en la norma de la vida en lugar de que la vida use a la máquina como herramienta.”
También terminamos con esta reflexión: ¿Y si estos edificios hubiesen sido creados en otras épocas de la historia de la Humanidad? ¿Tendrían la misma forma? Aquí te dejamos un post divertido con propuestas que da rienda suelta a la imaginación.