

Desde Reto KÖMMERLING Pregunta hemos hablado con Morph Estudio, equipo formado por más de 125 personas y liderado por los arquitectos Miguel Pradrillo y César Frías. Este estudio madrileño ha sabido evolucionar y transformarse a lo largo de los años, siendo hoy todo un referente en el sector. Sus proyectos son sinónimo de diseño, riesgo y diferenciación, todo ello teniendo en cuenta la importancia que está adquiriendo la eficiencia y la sostenibilidad. Hablamos con ellos de su evolución, el uso de BIM, el impacto del coronavirus en la arquitectura y mucho más.
Ni de lejos… pensamos que podríamos ofrecer una arquitectura diferente y un servicio más completo que el que ofrecía la competencia al mercado, pero con la expectativa de un trabajo sostenido. Cuando empezamos a ganar concursos y a ser más visibles, allá por 2016, sí que entreví nuestro potencial y ya en la inauguración de nuestras actuales oficinas, entre caras de escepticismo, nos pusimos el reto de no ponernos techo.
Apostar por la innovación, arriesgar en la arquitectura en base a la investigación, y basarnos en el servicio al cliente. Ninguno de estos aspectos funcionaría sin una plantilla excepcional, implicada y trabajadora.
El grado de “picante” lo marca el cliente, ahora la gente nos conoce y nos busca cuando quiere arriesgar y hacer algo diferente, o cuando quiere generar valor en un suelo singular. En ambas situaciones, la solución no es la convencional. Por otro lado, entendemos la arquitectura como algo evolutivo, si tu edificio de 2021 no es mejor que el de 2020, es que no has evolucionado, te estás durmiendo y en algún momento, te pasarán por la izquierda.
Creo que nuestra ventaja competitiva, aparte del servicio, que es de un nivel muy alto en nuestro sector, es que realmente empezamos los proyectos de 0. Cuando esto pasa estás muy poco condicionado y las posibilidades son más amplias que cuando partes de ciertos apriorismos.
Y lo sigue haciendo. El BIM es la herramienta peor aprovechada de la historia reciente, en parte porque no hay ninguna casa de software que se haya volcado en personalizar la herramienta a nuestras necesidades. En Morph estamos migrando a la automatización y fabricando nuestras propias herramientas para que el dato único sea una realidad en nuestra actividad.
El mercado y la regulación van mucho más lentos en este aspecto de lo que deberían. El cliente final lo aprecia, pero el esfuerzo de comprar una casa es tan mayúsculo, que el promotor, rara vez es capaz de monetizar ese interés. En cuanto a los reguladores… cuesta encontrar normativas que hagan rentable ser sostenibles.
Aportan seguridad a inversores y compradores y son un claro avance hacia la sostenibilidad y la calidad en la construcción. No obstante, la medida real de la sostenibilidad es la huella de carbono a lo largo de todo el ciclo de vida del edificio, y es algo que está muy verde.
En absoluto, el diseño, la eficiencia, y la sostenibilidad pueden coexistir y ayudarse entre ellos, siempre que haya al menos un agente, dispuesto a invertir en ello.
El PVC se comporta mucho mejor en cuanto a sostenibilidad y ahorro energético que el aluminio y era la solución lógica antes los retos que nos habíamos marcado junto con Acciona.
Hay una diferencia de coste clarísima que cuesta ver plasmada en el precio; no obstante, el incremento de coste, no tiene nada que ver con el gran aumento de calidad que se produce en todos los aspectos.
Pasopalabra… soy muy crítico con las universidades. Las universidades han de ser la punta de lanza de la innovación tecnológica, procedimental, medioambiental, y siento decir que no es así en la mayoría de ellas… imparten una formación excelsa en otras áreas, pero en innovación, van por detrás del mercado.
El mismo que tenía en la antigua Roma, pero con un componente mayor de buscar la rentabilidad y optimización de la enorme inversión que supone.
Las necesidades del usuario tienen profundas raíces, (luz, espacio, confort, accesibilidad, servicios, salubridad…) las cuales se encuentran en la ecuación en el lado opuesto al coste del suelo y de la construcción. Hay nuevas demandas producto del arrollador avance tecnológico de éste siglo, pero las variables principales, son eternas.
Cierto, pero ha sido (crucemos los dedos) algo coyuntural, que recordaremos como nuestros abuelos recordaban la guerra. Las decisiones futuras se tomarán igual que siempre, en función de lo que ofrezca el mercado y lo que podamos pagar. Esperemos que la administración, como parece que va a hacer el ayuntamiento de Madrid, sí que ponga las bases y elimine obstáculos para tener unas mejores viviendas en el futuro, con grandes terrazas, aislamientos que las hagan eficientes, buenas zonas comunes…
Con optimismo y sin ponernos techo. Con la humildad de saber que tenemos mucho que mejorar, aprender, descubrir… con respeto a un mercado cambiante y difícil…pero con la convicción de que, con el esfuerzo y el inconformismo, se llega a cualquier parte.