

Mientras unos compiten por hacer la torre más alta o la estructura que más desafía a la gravedad, hay otra carrera más productiva: la del edificio más sostenible. La batalla se enfoca desde distintas perspectivas: reduciendo el consumo energético, considerando todo el ciclo de vida de los materiales empleados, eliminando los residuos,…
Del Edificio de Consumo Casi Nulo hemos a los de Balance de Energía Positivo; con las emisiones de CO2, pasa exactamente lo mismo. Está claro que ya no sabemos dónde está la línea entre lo “positivo” y lo negativo” porque no existe. En este caso, se intenta de transformar un elemento contaminante en un elemento que “se traga” contaminación de la atmósfera, y, como siempre, los edificios por su gran volumen en las zonas urbanas, son piezas clave para eso.
El arquitecto Vincent Callebaut ha diseñado un edificio que reduce la cantidad de dióxido de carbono alimentándose de él. El proyecto se empezó a construir en 2013 en Taipei, y se terminará, en principio, este año.
¿Cómo absorbe el CO2?
Cuando a la sostenibilidad se le adjudicó el verde como color insignia parece que estuvieran pensando sólo en el sector construcción. Efectivamente, los edificios con menor impacto medioambiental tienden a ser cada vez más verdes. La torre Tao Zhu Yin Yuan de la que estamos hablando albergará unos 23.000 árboles y arbustos.
Con esa cantidad de masa vegetal, el arquitecto calcula que se eliminarán 130 toneladas de dióxido de carbono al año, lo que equivale a 27 coches.
Teniendo en cuenta que el bloque cuenta con 40 viviendas, podemos decir que figuradamente contrarresta el efecto negativo del 70% de sus ocupantes. Por supuesto, esto sería contando con que las emisiones del propio edificio sean mínimas debido a las distintas estrategias utilizadas: sistema de reutilización de agua de lluvia, equipos de bajo consumo, paneles solares y un sistema de control que permita adaptar el funcionamiento del edificio a las condiciones meteorológicas.
No es el primer caso que vemos de este tipo, 25 Verde o el Bosco Verticale ya han ido experimentando con esta posibilidad; otros proyectos apuestan por materiales de fachada que absorben CO2 en contacto con el aire. No sabemos cuál será la fórmula final para contrarrestar la huella de las actividades que no son edificaciones, pero desde luego que los números empiezan a mostrar que es posible abordar ese problema con las grandes superficies que suponen las envolventes en las zonas urbanas.
Me parece interesante que el objetivo (al menos a nivel teórico) sea el de superar la barrera del 0 y pasar a balances positivos de energía o de emisiones de CO2. El único peligro, como ya he comentado otras veces, es que tomen la iniciativa personas o entidades no formadas del sector y que conviertan de nuevo estos conceptos en expresiones vacías, que no consiguen la confianza y el compromiso necesarios. Las soluciones tan innovadoras a veces llevan antes al rechazo que a la seducción.