

Dentro de las distintas iniciativas que buscan el nuevo modelo de ciudad sostenible, algunas ideas coinciden en la fusión de las zonas urbanas con las zonas de naturaleza, de manera que el foco de emisiones esté superpuesto con el captador de las mismas. Nace así la arquitectura verde propiamente dicha, los edificios árbol y las ciudades bosque.
Esto, que tiene un aura utópico, está más cerca del presente de lo que parece. No sólo hay ya funcionando edificios con miles de árboles plantados en los forjados, como el caso del Bosco Verticale, sino que auténticas políticas nacionales están apostando por esta tipología. París ya obliga a que sus cubiertas sean verdes; algo parecido encontramos en Holanda y Dinamarca.
China, el país más contaminado de la Tierra, tiene ciudades donde la visibilidad es ínfima debido a las partículas en suspensión en el aire urbano y se habla de que habitar en muchas de ellas es peor para la salud que fumar. Con este bagaje, el gobierno ha aumentado el presupuesto dedicado a energías renovables en 32.000 millones de dólares (el doble que EEUU), y a nivel urbano, ha abordado un proyecto muy ambicioso pero con una base relativamente sólida.
Construirá una ciudad con 40.000 árboles y casi un millón de plantas de 100 especies diferentes que emitirán 900 toneladas de oxígeno. Esta urbe estará en la región de Liuzhou, al norte del país, y albergará a unas 30.000 personas.
El reto será abordado por el estudio de Stefano Boeri, el arquitecto pionero en edificios llenos de árboles en altura y estará diseñado para 2.020. La ciudad será autosuficiente gracias a la producción de energía solar y la geotermia, además de otras fuentes limpias. El acceso a la masa de vegetación que envolverá los edificios y las calles, se hará a través de una vía rápida de coches exclusivamente eléctricos.
Iniciativas como ésta van estirando poco a poco los límites de la realidad y nos vienen fenomenal para que la gente empiece a visualizar que un modo de vida sostenible es posible y atractivo. Sin embargo, no sería el primer fracaso de ciudad (y menos de China) que termina abandonada y derruida por falta de funcionalidad. Esperemos que sepan no apostar sólo por la vegetación e incorporen criterios de eficiencia energética e higiene constructiva serios.