

Muchas veces la intención comunicar de manera sencilla una situación que debería provocar un cambio de paradigma termina por simplificar demasiado las cosas y perder la confianza de la audiencia. Desafortunadamente, la eficiencia energética y la sostenibilidad se han visto envueltas en esta dinámica en la que las afirmaciones no son precisas y llevan a confusión e incredulidad.
He encontrado un artículo que da una perspectiva muy diferente en lo que a emisiones se refiere. Es “El carbono no es el enemigo”, de William McDonough en Nature. Está en inglés, pero recomiendo su lectura a todo el mundo.
Es un paseo por todos los malentendidos que hay en torno a las emisiones de CO2 y las acciones erróneas que han originado.
Hablamos mucho en CTE Arquitectura del cambio de entendimiento que tenemos que hacer sobre el funcionamiento de los edificios. En este caso pasa algo parecido.
Como ya ha pasado más veces, McDonough defiende que la concepción que tenemos del dióxido de carbono no es la correcta ni para avanzar, ni para estabilizar el medio ambiente.
Asumir que el carbono es malo y que todos los esfuerzos tienen que ir dirigidos a eliminarlo de la faz de la Tierra es un enfoque erróneo. El carbono es un elemento más de la atmósfera y el terreno y no deja de ser un recurso, puede que no para nosotros, pero sí para el entorno, la fauna y la flora.
McDonough cree que ya estamos en un nivel de reducción de emisiones en el que debemos empezar a hablar de equilibrar el carbono dentro del ciclo de la vida, más que de eliminarlo.
Todo esto empieza por derribar los mitos y empezar a llamar las cosas por su nombre. Para eso, tenemos que aprender a distinguir conceptos y este artículo es muy esclarecedor.
«En Estados Unidos, el gas se clasifica como una mercancía por la Bureau of Land Management, como un contaminante por la Environmental Protection Agency y como un instrumento financiero por el Chicago Climate Exchange.»
«Reconozcamos al carbono con un activo y su participación en el ciclo de la vida como un modelo para el diseño.»
«Todo los diseños, desde los productos hasta los edificios, las ciudades y las granjas, podrían ser de balance de carbono positivo. Esto puede llevar un siglo, pero ese mismo tiempo nos llevó llegar a la calamidad que es la actual situación con el carbono.»
«La idea de «edificios como árboles» y «ciudades como bosques» perduró y empezamos a enfocar nuestros edificios y actuaciones urbanísticas como «activos biológicamente»: acumulando energía solar, promoviendo el movimiento de nutrientes, liberando oxígeno, purificando agua, ofreciendo diversos hábitats, enriqueciendo el terreno y adaptándose con las estaciones.»
Podéis encontrar el artículo completo aquí.
Fuente imágenes: Nature