

Un ambiente confortable en el interior de nuestros edificios contribuye en gran manera a nuestra sensación de bienestar. Para que los usuarios no lleguen a tener estos problemas y puedan vivir a gusto bien sea en casa, en la oficina o en el teatro, es necesario que nosotros, como arquitectos, seamos conscientes de la importancia que tiene el sobrecalentamiento y acometer medidas previas en nuestro diseño arquitectónico.
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La temperatura máxima que debemos tener en el interior de nuestros edificios en condiciones de verano está estipulada por normativa en 25ºC. Bien es cierto que, dependiendo de cada uno, somos capaces de «aguantar» unos cuantos grados más, a partir de los 29ºC del aire en la estancia ya se genera un nivel de disconfort bastante considerable. La pérdida de Confort nos afecta más de lo que pensamos, llegando incluso a tener que parar nuestra actividad. En el caso de temperaturas interiores elevadas, nuestra actividad cerebral se ralentiza y nos sentimos fatigados.
Las principales causas del riesgo de sobrecalentamiento son:
Si el ambiente exterior tiene temperaturas elevadas y nuestro edificio está sin aislar térmicamente, ese aire caliente tiene muchas posibilidades de colarse en nuestro edificio, bien por la ventilación natural, bien a través los cerramientos.
El riesgo de sobrecalentamiento en nuestras estancias si tenemos grandes huecos sin ningún tipo de protección solar es muy elevado. Si además estos huecos están orientados de manera inadecuada, como por ejemplo este u oeste, tendremos altas ganancias de calor al interior con ángulo de radiación bastante perpendicular.
Muchas veces la causa del sobrecalentamiento se debe a que existe una generación de calor excesiva en el interior. Bien sea por la actividad que se realiza (cocinas, trabajo intenso), por los equipos que hay encendidos (oficinas, salas de servidores) o por una alta ocupación de las estancias (oficinas, locales, viviendas), si tenemos una fuente de calor interna es lógico que este calor se acumule.
Los edificios Passivhaus se caracterizan por tener una alta hermeticidad al paso del aire. Esto quiere decir que existen muy pocas infiltraciones de aire a través de los cerramientos, grietas y juntas del edificio. En este sentido, el tener edificios herméticos tampoco permite la salida del aire y calor a través de los cerramientos y por tanto hay pocas posibilidades de disipación del calor en verano.
Una de las metodologías más eficaces para diseñar edificios sin riesgo de sobrecalentamientos es el estándar Passivhaus. En su herramienta de cálculo, el PHPP, tenemos una serie de indicadores que nos permiten conocer el porcentaje de temperaturas interiores mayores a 25ºC que tiene nuestro proyecto. De ahí, si el porcentaje es elevado, se puede solucionar desde fase de proyecto este tema y evitar mayores dolores de cabeza.
De todas formas, aquí te ofrecemos una serie de soluciones clave a la hora de luchar contra el sobrecalentamiento, perfectamente aplicables a cualquier tipo de proyecto o edificio. Muchas veces tenemos el concepto de que el aislamiento térmico solo es útil para condiciones de frío, pero el contar con una buena capa de aislante, además de otras soluciones pasivas, ayuda a combatir el sobrecalentamiento en verano.
En el caso de tener usos de edificio con altas cargas internas como una fuente de calor constante, equipos encendidos, alta ocupación y también con una alta hermeticidad al paso del aire como sucede en los edificios Passivhaus, la solución idónea consiste en incorporar un sistema de ventilación mecánica controlada. Si el sistema de ventilación además es capaz de recuperar el calor, ¡Nos ahorramos también en consumos de energía! ;-).
Nuestras ciudades están repletas de superficies y materiales exteriores que, debido a su gran inercia térmica, retienen durante el día el calor de la radiación solar incidente y el transporte de vehículos, para expulsarlo por la noche, cuando la temperatura del aire desciende ligeramente. Es en ese momento cuando el calor que irradian estas superficies exteriores generan lo que se denomina «efecto isla de calor». Es decir, las temperaturas de las calles aumentan. Este efecto también contribuye al sobrecalentamiento en los edificios ya que, por ejemplo, al abrir las ventanas por la noche con la intención de generar cierta ventilación, lo que hace es entrar aire caliente y crea disconfort.
Las posibles soluciones para evitar a toda costa es realizar operaciones urbanísticas de cierta importancia que incorporen elementos de vegetación como árboles de hoja caduca y jardines en las calles y plazas. De esta manera, la masa vegetal atenúa la absorción de calor en las superficies. Si por problemas de espacio no es posible crear superficies verdes, también existe el recurso de generar muros verdes y, por supuesto, instalar cubiertas verdes en los edificios.