

La arquitectura y la construcción miran hacia atrás para recuperar tradiciones constructivas que funcionaban para sustituir a otras técnicas más modernas y menos efectivas para la eficiencia energética y el confort interior.
Una de ellas es la utilización del terreno como masa térmica aislante: al principio de los tiempos habitando cuevas y más tarde con partes semienterradas. Actualmente lo hacemos a través de la geotermia, pero esto requiere de una inversión.
Islandia es un país muy frío con pocos materiales locales para construcción; así es como construían para aprovechar al máximo sus recursos:
La compacidad del volumen construido es un factor considerado en el cálculo de la eficiencia energética por su impacto en las pérdidas energéticas del edificio. Sin embargo, la parte de la envolvente que está en contacto con el terreno tiene un tratamiento diferente a la que está expuesta. También está teniendo intercambios de calor, pero será con una masa mucho más estable en temperatura que el aire de la atmósfera por su inercia térmica.
Esto no quiere decir que la solución sea enterrar las construcciones, las ganancias solares son una parte fundamental de un proyecto eficiente y confortable. Sin embargo, sí que da qué pensar que aquéllos hombres sobrevivieran a esas temperaturas con sólo el suelo como aislamiento. Verdaderamente, la inercia térmica como estrategia de aislamiento tiene unas posibilidades que superan lo imaginable.
Fuente imágenes: abilia