

No es ninguna novedad que pasamos demasiado tiempo (biológicamente hablando) en el interior de edificios. Esto está derivando en diferentes dolencias cuya única cura parece consistir en cambiar este nuevo medio nuestro. Lo último es intentar asimilar estos espacios en la mayor medida posible al exterior.
Ya se aplican distintas medidas y se cuida el confort en edificios de oficinas por el probado aumento de la productividad derivado de la felicidad y el bienestar de los empleados. El debate sobre la interacción de las personas como forma de fomentar la creatividad en la oficina da lugar a distintas estrategias utilizadas por arquitectos en el diseño. Incluso arte de calidad colgado en las paredes se refleja en los beneficios de las empresas, al parecer.
Ahora es la hora de la vegetación: también se concluye en las investigaciones que la exposición a la naturaleza reduce el estrés y el riesgo de depresión. Un estudio de Harvard dice que los trabajadores de oficinas «verdes» produjeron directamente el doble que los de oficinas convencionales.
Más allá de la envolvente: las vistas importan
Ahora resulta que no es suficiente con edificios sanos, naturales y confortables, con plantas, luz natural y belleza en las paredes. Lo último es que esos ventanales que hemos colocado para asegurar la entrada de luz natural deben proporcionar «vistas pintorescas».
Estas vistas nos permiten alejar el plano de visión, sumergirnos en más verde si es posible y «respirar». La vista no ha de ser natural necesariamente, con que sea atractiva y amplia es suficiente. De hecho, una cubierta, si es verde, es suficiente.
Estas conclusiones no hacen más que apoyar la regeneración urbana imperativa que auguran todos los intentos de cambio hacia un modelo de ciudad sostenible. Mejorar la eficiencia energética, la calidad del aire y de los espacios urbanos pasa por una inmersión en lo verde a gran escala. Así se ha propuesto, por ejemplo, a Madrid plantar toda la ciudad en todos los rincones disponibles.