

El concepto de District Heating (o «calefacción centralizada de distrito») es otro de los que se están rescatando del baúl de los recuerdos para su reinvención con técnicas más modernas por su sencillez, eficiencia e intencionalidad.
En este caso, hablamos del barrio tradicionalmente industrial South Lake Union de Seattle. Hoy en día sigue siendo un polígono pero las tipologías están cambiando: Amazon ha trasladado allí sus oficinas centrales y otros están implantando zonas de trabajo. Paradójicamente, lo que no está enterrándose sino recuperándose es el sistema de calefacción central a escala de barrio.
Las plantas de energía tradicionales, según The Economist, de fuentes primaria como el carbón, gas o la energía nuclear sólo convierten en electricidad un tercio de la energía que producen, desaprovechando el resto en forma de calor residual. Un sistema combinado a nivel de barrio podría producir un 40% de calor a la climatización de edificios del entorno y sólo desperdiciaría un 20% entre la distribución de esta energía y su producción.
La Oficina de Sostenibilidad y Medio Ambiente de Seattle pretende establecer un sistema de plantas de energía a la que se conecten los edificios, de manera que incluso podría ir sustituyéndose la fuente por otras más sostenibles o menos contaminantes, sin perjuicio de la red de distribución que no tendría que renovarse.
De momento, la opción que se está calibrándo entre las autoridades, dos empresas de servicios llamadas Steam Seattle y Corix y desarrolladores de este distrito es la posibilidad de implantar una planta energética capaz de absorber el calor que emana de dos centrales de datos cercanas (Westin Building y Fischer Plaza) para el calentamiento de las oficinas y fábricas de la zona. Actualmente, este calor excedente se recoge y disipa en agua y se vierte a la atmósfera por medio de torres de refrigeración. La temperatura de este agua no es aún suficiente para calefacción, pero Corix pretende solucionarlo llevando el agua a una de las instalaciones de Steam Seattle, desde donde se conduciría a los edificios para circular por los radiadores directamente.
La postura de las centrales de datos ante la idea es de interés, pero no la aprobarán hasta que se defina el funcionamiento del sistema. En principio, la iniciativa va a su beneficio, pues reducirían sus costes al no tener que disipar este calor excedente como hacen ahora. Es de suponer, por esto, que no cobrarán por el aprovechamiento de su residuo térmico.
Sin embargo, no es todo tan fácil como se pinta. Por el otro lado, está el elevado coste de sustitución de sistema de calefacción eléctrico que tienen varios edificios de la zona por las tuberías y radiadores de agua, así como las pertinentes licencias y autorizaciones para llevar a cabo una transformación de esta magnitud en un barrio. Desde luego, este caso es de aquellos en que se comprobará la rentabilidad a largo plazo de una elevada inversión a corto plazo. La intervención de empresas en el asunto garantiza que se realizará un buen estudio de negocio, en el que ya se está trabajando.
Esta idea puede ser o no la mejor, pero tiene dos conceptos que no podemos obviar como potenciales líneas de pensamiento:
– producir y compartir energía a escala de barrio
– aprovechar los excedentes de cualquier proceso que puedan servir
Fuentes: TheEconomist – Gizmodo