

El reciclaje hace tiempo que dejó de ser algo anecdótico ligado a construcciones rurales con encanto, altamente tedioso tanto en la recopilación de materiales como en la construcción. Podemos ya hablar del reciclaje a nivel industrial, que permite no sólo ahorrar materia prima, sino también energía en el proceso.
Tenemos productos que se producen con otros productos cuando termina su vida útil, como este ladrillo fabricado a partir de botellas PET, este aislamiento de tela vaquera usada o las carpinterías de ventana de PVC, que pueden tener un porcentaje de material reciclado.
Otros materiales pueden aprovechar los residuos de otros procesos, como el aislamiento que viene de los champiñones o esta fachada compuesta por los desechos agrícolas de la granja a la que pertenece.
En el proceso también podemos ahorrar enormemente en materia prima: este forjado bidireccional usa encofrados modulares reutilizables y que al ser de polipropileno pueden ser reciclados al final de su vida útil.
Ésta es también una tendencia que parece que ha venido para quedarse: la de pensar en el futuro del producto cuando termine su vida útil. La filosofía se conoce como Cradle-to-cradle, que significa literalmente De-la-cuna-a-la-cuna; es decir, entender los materiales como elementos con un ciclo de vida completo, en el que vienen de la naturaleza y terminan de vuelta a ella. Se admiten para la certificación desde materiales de construcción hasta productos de limpieza, pasando por tejidos para ropa, como éstos.
Aplicado a los edificios, se programa desde la fase de diseño el desmantelamiento del mismo, más que su demolición. De esta manera, se eligen los productos previendo que deberán poder ser desmontados y reutilizados para construcción u otra aplicación. Esta técnica es cada vez más habitual, y va en línea con el abanico de posibilidades que abre la introducción del BIM en el sector. El famoso Edificio LUCIA con LEED Platino de la Universidad de Valladolid
La arquitectura con materiales reciclados ya alcanza todos los niveles, encontrándonos proyectos y pequeños, como esta vivienda pasiva o el precioso Museo del Holocausto de Los Ángeles. Y es que ya, el que más y el que menos, algo empieza a introducir, como La Vela, el nuevo rascacielos madrileño, que ha introducido el acero reciclado en las armaduras del hormigón.
En la nueva sede y destilería de la bebida de moda Bombay Sapphire lo tenemos todo: rehabilitación de un edificio con materiales reciclados sin olvidar la tecnología punta.
La concienciación está llegando a la sociedad e iniciativas como ésta de Luz Interruptus nos permiten hacernos una idea de la cantidad de residuos que producimos al día y que no van a ningún sitio. Se trata de una estructura metálica, de la que colgaban bolsas de plástico repletas de botellas PET, que se podía recorrer y que el público podía ir completando con sus propias botellas vacías. El resultado es más como una escultura atractiva pero muy desalentadora.