

Parece que el urbanismo de las próximas décadas aboga por el crecimiento en altura y la densificación extrema de los núcleos urbanos. El número de torres se ha multiplicado últimamente y podemos decir que tienen muchas ventajas, pero es inevitable preguntarse qué pasaría si cada edificio pasara a convertirse en una torre.
Está claro que al menos las calles quedarían como hundidas metros hacia abajo y permanecerían en la sombra.
El estudio de arquitectura NBBJ se planteó este problema y esta es la solución que proponen: un rascacielos que no proyecta sombra. El resultado es fruto de un arduo trabajo de investigación con programas de modelado en 3D para determinar una superficie capaz de reflejar la luz del Sol hacia abajo, hacia la calle.
A nivel geométrico, la torre sería como un árbol, más estrecha en el apoyo y más ancha según va creciendo en altura. El secreto está en la estudiadísima curvatura de los vidrios de fachada, que reflejan la luz de manera difusa, en lugar de directamente.
No hablamos, por tanto, de un edificio «invisible», sino camuflado. No se trata tanto de que no proyecte sombra como de que el nivel de luz que llega a las zonas ensombrecidas es un 60% mayor que con un edificio sólido convencional.
Si esta solución funciona, puede marcar un cambio en la forma de diseñar ciudades de ahora en adelante. Especialmente en las zonas geográficas con menos radiación solar anual. Londres se caracteriza por ser una ciudad oscura y gris, por lo que este tipo de ideas pueden ser las que posibiliten el crecimiento de la urbe sin comprometer la calidad de vida de los habitantes.