

Me encanta pensar en la ventana como el elemento clave y más interesante de un edificio. Por supuesto, me refiero más bien a la parte acristalada de la envolvente que ya poco tiene que ver con lo que siempre hemos llamado ventana.
Esto es porque se tendía a relegarlas a huecos de ventilación (la de gente que vive deslizando el cristal de un lado a otro sin poder abrir su ventana del todo) y, en el mejor de los casos, miradores hacia el exterior. Sin embargo, son hoy las protagonistas de la búsqueda de sostenibilidad en edificación.
Por una parte, han ascendido adquiriendo las mismas responsabilidades y estatus que la parte opaca; no dejan de estar separando el interior del exterior. Los fabricantes de carpinterías y vidrios han demostrado que por ser transparente y practicable no tiene por qué ser la oveja negra y han desarrollado sistemas que aíslan infinitamente más que los muros del 80% de las casas españolas.
Por otra, en cuanto los vidrios y marcos dejan de ser coladores de calor para ser estancos y muy aislantes, toda la superficie transparente se convierte en un captador de energía solar que se desconecta fácilmente con un sencillo sistema de protección solar. De repente, la hermana pequeña del sólido (y ridículamente poco eficaz) cerramiento de ladrillo es el quid de la cuestión para definir la eficiencia energética de un edificio.
Esta vivienda diseñada por Robert Gurney Architect es un claro ejemplo de cómo la alta proporción de huecos en fachada de un edificio no sólo no manda al traste su eficiencia energética global sino que puede ser decisiva para lograrla.
Arquitectura de un Edificio de Energía Casi Nula
La casa se sitúa en un barrio privilegiado de Washington DC. Busca integrarse en la escala de las casas vecinas y el ritmo de la calle, manteniendo la alineación y recopilando piedra, madera y estuco, materiales utilizados repetitivamente en la zona. La imagen hacia el exterior es sólida y consistente sin ser pesada ni muy opaca: así la intimidad del usuario se consigue manteniendo la vegetación del jardín delantero y con una situación estratégica de los amplios pero vacíos huecos.
El porche, la forma en L, las terrazas, las ventanas de suelo a techo y los lucernarios consiguen una auténtica fusión del interior y el vasto jardín exterior, entrando uno en otro desde todas las direcciones. Así, los interiores son luminosos, saludables y acogedores.
La eficiencia
La orientación a sur de la parcela es el activo más importante: a partir de ahí las estrategias son las de siempre. Las ganancias solares a través de los huecos se controlan por un sistema de sombreamiento programado por ordenador. Paneles fotovoltaicos y tubos solares térmicos complementan la instalación geotérmica para conseguir la autosuficiencia total. El sistema de calefacción es hidrónico.
Fuente de info e imágenes: Robert Gurney Architect