

Por un lado, vemos un claro problema en el exilio rural por la falta de gente que permanezca en el campo para cultivar; por otro interés por acercar el cultivo a los centros urbanos y reducir intermediarios, productos no ecológicos e intermediarios.
La multiplicación por días de los huertos urbanos por todo el mundo es sorprendente. Vemos imágenes de gente trabajando en su huerto en lo que parece el bulevar de una calle transitada. Legi
Todo apunta a que nuestras ciudades van a ser más verdes que nunca: en las fachadas, las cubiertas, el interior de algunos edificios, cualquier hueco en medio de la calle, encontraremos un suministrador de comida.
En este artículo vimos las medidas tomadas por Cuba, Nueva York, San Francisco y otras, que han cedido auténticas extensiones de terreno para cultivo urbano y promovido el uso de balcones, azoteas y otros espacios con el mismo fin.
Ciudades del mundo como París o Copenhague ya obligan a todos los edificios a cubrir las cubiertas de vegetación.
La arquitectura no se ha quedado corta: cientos de proyectos integraron, en primer lugar jardines de flora en todo tipo de paramentos, y después cultivos de distintos tipos, explotando las opciones que ofrece una estructura del tamaño de un edificio.
Edificio de la empresa Kono Designs en Tokio
Antigua fábrica de Toshiba transformada en granja de hojas verdes
Hay otros ejemplos más ambiciosos, como el de Agro & Food Cluster, un innovador modelo de gestión de una granja en el que se integra la agricultura con otras actividades para eliminar los residuos: todo se utiliza en esta granja. Concretamente, parte de los residuos orgánicos han sido transformados para conformar la fachada de este edificio, por increíble que parezca.
Agro & Food Cluster Nieuw Prinsenland
Las iniciativas son variadas y numerosas. Existe, por ejemplo, una petición dirigida a la Alcaldesa de Madrid para «Permitir y regular la práctica de la Apicultura Urbana en la ciudad», una práctica que se permite en otras ciudades desde hace años.
Para los que ya no comen nada que no venga directamente del campo, existen los llamados grupos de consumo: un grupo de personas que contacta con un agricultor con el que se reúne todas las semanas para recibir y repartirse lo que se ha recogido en ese periodo. Fresco, de temporada y libre de aditivos.
El mundo de las aplicaciones móviles también se ha dado cuenta de este campo y contamos ya con algunos programas para democratizar el sector agroalimentario como Luraki, que conecta a productores, consumidores e intermediarios.
Por último, podemos decir que el problema de la agricultura ha llegado incluso a la Luna, y no es una expresión: una nave llevará una serie de semillas con el fin de comprobar si es posible cultivar alimentos en nuestro satélite. Los elegidos son la albahaca, el nabo y una mala hierba.