

El proyecto nació del interés de reposicionar el Palacio de Congresos Europa, en Vitoria, en la oferta de espacios para eventos de España. Para ello, la primera fase se encarga de mejorar su eficiencia energética con una intervención sensible y efectiva.
El jardín vertical instalado en las fachadas renueva la imagen, enlazándola con las líneas de desarrollo sostenible adoptadas por la ciudad, y mejora la inercia térmica del edificio considerablemente. Concretamente, añade una resistencia térmica de 2,644 m²K/W. Esto supone un 270% respecto a la fachada existente.
La superficie total de fachada vegetal es de 1.492 m², de los cuales 1.000 corresponden al sistema f+p hidropónico de jardín vertical y 492 a plantas trepadoras sobre los ventanales. Este sistema f+p está compuesto por dos un continuo de fieltro no tejido y paneles de sustrato inerte preplantados, y reduce al máximo el estrés de la planta en el proceso de traslado y plantación.
La selección de la flora no es arbitraria: se buscaba hacer elenco de las especies de la región, contando con vegetación de los humedales de Salburua, las parcelas agrícolas de Álava, y los ecosistemas de los cerros arcillosos y bosques de hayas de los montes de Vitoria. En total, suman más de 33.000 plantas autóctonas. También hay una zona reservada para plantar especies de huerta según la temporada.
Todo el jardín está monitorizado para velar por la salud de las plantas, además de optimizar el agua y la energía empleadas en el riego.
Sobre la vegetación se dibuja con perfiles metálicos la estructura de parcelación de los campos alaveses. La teatralidad no falta ni siquiera por la noche, en la que se encienden LEDs distribuidos por la fachada resaltando la presencia del palacio.
El zócalo de acero tiene una función didáctica, con inscripciones que explican la mejora en la eficiencia energética del proyecto que proporciona la intervención y otros datos sobre el jardín vertical. Además, se convierte en un banco que favorece la interacción entre los usuarios del espacio público.