

«Si haces un pequeño edificio, donde las personas puedan vivir por muchas temporadas, eso es moderno. Sucede que se puede llevar la red de agua al interior del edificio y poner una ducha, eso es un lujo. Si se consigue disipar el calor que se genera dentro, eso ya es super lujo. Eso es modernidad en mi país».
Francis Kéré
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El jurado de este año estuvo encabezado por Alejandro Aravena (ganador Pritzker 2016) y ha contado con otros miembros de la talla de:
Burkina Faso, Mali y Costa de Marfil forman un triángulo de países con escaso desarrollo urbano. La estructura social se basa en pequeñas aldeas o pueblos independientes con dialecto propio, donde la gente intenta subsistir con lo que hay y con apenas medios materiales e infraestructuras, a los que estamos acostumbrados en el mudo occidental. Por ejemplo, la falta de acceso al agua, la red de saneamiento y la luz artificial. En esas zonas del planeta azotan fuerte los vientos procedentes del Sahara y la escasez de agua, sumada con las altas temperaturas. Este es el entorno de partida con el que Francis Kéré comenzó su vida y que tanto le marcó para llegar a ser el actual premiado con el Pritzker 2022.
Diébédo Francis Kéré es, hasta ahora, un arquitecto algo desconocido entre nosotros. ¿Por qué entonces ha sido galardonado con el premio del más alto reconocimiento internacional? En propias palabras del jurado del Premio Pritzker 2022: «la obra completa de Kéré muestra la fuerza de la materialidad anclada en el lugar. Sus edificios, para y con las comunidades, son construidos por estas, en la ejecución, los materiales, los programas y sus caracteres únicos. Los edificios están atados al terreno, donde se asientan y para las personas que se sientan también en ellos. Tienen presencia, sí. Pretensión y un impacto dado forma con gracia».
Aquí te escribimos por otro lado las frases más importantes que definen a Kéré:
Aunque Francis Kéré tiene sede en Berlín, la mayoría de los proyectos que ha llevado a cabo hasta ahora están situados en su país natal, Burkina Faso, y en Mali. El proyecto para la primera escuela construida en su propio pueblo en 2001 le abrió las puertas a la profesión y le hizo situarse en la esfera arquitectónica.
Más adelante vinieron más proyectos en su comunidad y entorno directo, sobre todo de tipología docente, sanitaria y humanitaria. Aunque estos últimos años Kéré se enfrenta ya a proyectos de mayor envergadura en África y también en Europa y EEUU.
Francis Kéré abandonó su aldea natal muy joven, para poder escolarizarse y posteriormente estudiar. Pero no se marchó sin prometer que llevaría la educación y riqueza a su pueblo. Ese propósito empezó a materializarse cuando aún era estudiante de arquitectura en la Universidad Técnica de Berlín: en 2001 por fin consiguió reunir patrocinio para poder edificar su primer proyecto en Gando, su pueblo. Y, como era de esperar, ese primer edificio fue una escuela primaria.
A esta primera experiencia le sucedieron otras muchas en cuanto a edificios docentes a lo largo de la década como la ampliación de la propia escuela primaria en Gando (2008), la biblioteca escolar de Gando (2012), la escuela secundaria de Dano (2004), la escuela secundaria «Naaba Belem Goumma» de Gando (2011), el Centro de Arquitectura de la tierra en Mali (2010) y Escuela Secundaria Lycee Schorge en Koudougou (2016).
Kéré también tiene experiencia en edificios dotaciones sanitarios y humanitarios, muy necesarios en este entorno: el centro de salud y clínica de operaciones de Léo y las viviendas para médicos (Léo Surgical Clinic and Health Centre y doctor’s housing, 2014 y 2018), Centre for Health and Social Welfare (2014) y el orfanato Noomdo (2016).
Otro proyecto que también nos ha llamado la atención por ser algo distinto en cuanto a uso de la obra de Kéré, es el edificio del Parque Nacional de Mali (2010). El propio Kéré en entrevistas reconoce haber aprendido de arquitectos como Louis Kahn, F.L. Wright y Glenn Murcutt y este edificio es, desde nuestro punto de vista, un claro ejemplo de esta influencia: la aproximación paisajística al edificio, el uso de la piedra existente como recurso constructivo, la adecuada orientación de las cubiertas metálicas e independientes estructuralmente del resto del edificio y la fragmentación del programa en varios pabellones ordenados en planta.
Para que te hagas una idea global del carácter de las obras de Kéré en su país, te resumimos a continuación las claves de su arquitectura en estas primeras décadas en África:
El conjunto de edificios del Startup Lions Campus, Kenia (2021) destaca por su mimesis con el paisaje y el estudio de las geometrías del lugar para crear volúmenes basados en los nidos de termita. El carácter formal del complejo también es industrial en cierta manera, con las torres de viento para disipar el calor y las terrazas se aprovechan para generar espacios de reunión con vistas al lago Turkana.
El Benga Riverside School, Mozambique (2018) es un conjunto de edificios con diferente uso (enfermería y escuela) y forma a su vez parte de una nueva zona residencial en Tete (Mozambique). El desarrollo de la entrada de los alumnos pretende hacer de barrera frente al tráfico de los coches, creando una zona verde y porche.
La oficina de Kéré también tiene proyectos en marcha de cada vez mayor envergadura como el Goethe Institut en Dakar, la Asamblea Nacional de Benin, la Asamblea Nacional de Burkina Faso y la TUM Tower en Munich.
La arquitectura de Francis Kéré también ha cruzado estos últimos años las fronteras del continente africano y cuenta con unos cuantos pabellones e instalaciones de rango constructivo menor en Europa y EEUU. Es curioso cómo Kéré actúa en sus proyectos «occidentales»: los pabellones reflejan una gran sensibilidad hacia los materiales y las texturas, potenciando la experiencia sensorial del visitante y un poco contrario a la espectacularidad de nuestros arquitectos super estrella. Kéré huye del formalismo y se centra primeramente en querer resolver el confort del visitante y crear cierta relación social en sus pabellones.
Por ejemplo, en el Serpentine Pavillion en Londres (2017) intenta reproducir un espacio de sombra que cobije a los visitantes. Para Kéré, el árbol significa lugar de reunión (lo que antaño significaba en nuestros hogares la chimenea). En este caso, el arquitecto crea un espacio semicerrado de reunión y a cubierto simplificando la forma de un gran baobab, lleno de atractivas geometrías y colores que encajan con el entorno del parque.
Kéré cuenta con dos conjuntos de pabellones exteriores en EEUU. El pabellón Xylem, en Montana (2019), evoca un bosque y la riqueza material que significa la madera. La estructura continua de madera también sirve a su vez de paredes, techo y suelo. Esta simplicidad material contrasta con la riqueza volumétrica de la construcción, simplemente con el uso de los rollizos de madera con longitudes diferentes. En propias palabras del arquitecto, «Xylem es un lugar donde los visitantes pueden reunirse para conversar, contemplar las vistas de los álamos cerca de la orilla de Grove Creek, o sentarse y meditar en soledad».
En contraste con la tranquilidad que desprende el pabellón en Montana, el Pabellón Sarbalé Ke (Casa de la Celebración en Moore, dialecto de Burkina Faso), construido para el festival de Coachella, en California (2019), es un conjunto vibrante que recuerda mucho a las esculturas LandArt que idearon Christo y Jean-Claude en su día. El proyecto parte de la misma idea de reunión que Xylem, pero tanto el entorno como el usuario difieren totalmente. Esto es lo que permite distinguir un buen arquitecto: con un mismo motivo o idea, la forma se adapta a las condiciones del proyecto :-).