

Los 5000 habitantes del pueblo alemán de Wildpoldsried ya lo hacen.
Cuentan desde 1999 con 7 aerogeneradores en las colinas cercanas y paneles solares en todas las cubiertas de viviendas y establos. Usan el estiércol de sus 70 vacas para calentar el agua sanitaria, cubriendo el total de esta demanda. Por otra parte, tienen una planta de biogás cuyo combustible se distribuye a través de una tubería de 4 kilómetros que cruza el pueblo.
Lo increíble de todo esto es que fue una iniciativa en bloque de todo el pueblo, que votó literalmente por buscar la eficiencia energética de manera colectiva e instalar las tecnologías que hemos comentado en los edificios públicos en primera instancia.
En ocasiones, verdaderamente, la realidad supera la ficción: Wildpoldsried tomó esta decisión como consecuencia del accidente de Chernobil en los años 80. Su objetivo inicial era que para 2020 toda la energía consumida en el pueblo fuera renovable, meta que alcanzaron para su sorpresa en 2012. Ahora mismo llegan a producir 6 veces la cantidad de energía que necesitan, energía que, desgraciadamente aún se desperdicia.
No obstante, la singularidad del caso ha llamado la atención de grandes empresas como Siemens y algunas universidades que ya están trabajando en dar una solución a la pérdida de ese excedente. Es sin duda un campo que necesita una solución ya: según El Mundo, Alemania perdió 385 GWh en 2012 por la incapacidad de almacenar esta energía procedente de fuentes renovables.