

La eficiencia energética en edificación empieza a tener sus fans, y el confort interior que va asociado a ésta se convierte en un argumento de venta inigualable. Aún así, en España, esto se parece de momento más a una utopía reservada para los gigantes multinacionales que una realidad próxima.
Sin embargo, en algunos países del mundo, donde el norte de Europa lleva la delantera, un edificio de mínimo consumo energético y emisiones de CO2 casi nulas es un reclamo de marketing que trabaja solo.
Este edificio de oficinas de Bruselas se anuncia sólo hablando del consumo energético: no menciona nada más. ¿Llegaremos aquí valorarlo tanto?
Hablamos de resultados muy muy ambiciosos: el proyecto demanda 5 kWh/m²año (un tercio de lo que demanda una PassivHaus) y tiene un consumo de energía primaria de 36 kWh/m²año (la mitad que uno del estándar alemán y una doceava parte del de un edificio de oficinas convencional).
Y con esta bonita y comprensible frase, se están colocando todas las oficinas del edificio Treurenberg, antes de estar construido.
Las estrategias utilizadas son las habituales, con 21 centímetros de aislamiento en fachada y 25 en cubierta, triple vidrio en las ventanas y sistema de ventilación mecánica de máxima eficiencia. Se aseguran temperaturas mínimas de 21 ºC en invierno y máximas de 25 ºC en verano, con menos de un 10% de tiempo de sobrecalentamiento. Con paneles solares en tres fachadas y en la cubierta se cubre el suministro energético demandado.
Así visto parece que las preguntas a hacer al comprarse un casa no son tantas, y sin embargo los españoles no hacen ni una de ellas.