

Para muchos, el concurso de ArquiRelatos es solo una idea loca de las cabezas pensantes de José Ramón Hernández Correa y Ekain Jiménez. Pero su trasfondo va mucho más allá. Si tú también te consideras un «arquitecto del montón» lo entenderás perfectamente. Esto no se trata de tener un buen cliente o de hacer un gran proyecto que se convierta en un hito dentro del mundo de la arquitectura, los egos los dejamos para otro momento.
Desde KÖMMERLING hemos querido tomar parte activa y, junto a EDICIONES ASIMÉTRICAS, nos hemos convertido en patrocinadores de la segunda edición del concurso ArquiRelatos, porque como ya sabéis nos encanta apoyar iniciativas que demuestran que la arquitectura va más allá de construir un simple edificio. Un ejemplo es que también somos mecenas del libro de David Asenjo-García Llana, «Manifiesto arquitectónico paso a paso«, un ensayo sobre la arquitectura contemporánea a través de las iglesias.
Las bases para participar en ArquiRelatos eran muy sencillas, tenía que ser una «contestación a un requerimiento», de forma humorística, airada, desesperada, sarcástica, lógica, original (básicamente lo que hacemos mucho habitualmente), y este seria el contexto: Un lunes por la mañana el arquitecto recibe una comunicación: «El expediente nº 528/13 ha sido objeto de informe desfavorable«.
Como ya ocurrió en la primera edición, se recibieron más respuestas de las inicialmente esperadas, pero solo puede ganar uno. En esta ocasión el galardón ha recaído en J.G.V, que aunque le hubiese encantando mantener su anonimato, no pudo ser, ya que en la última feria de Construtec, dentro del auditorio Reto KÖMMERLING, hicimos un pequeño evento para la entrega del premio, donde el autor tuvo la ocasión de leer el ArquiRelato delante de todos los presentes. A continuación os dejamos el texto ganador:
Vuelvo a dirigirme a uds. en relación con una comunicación dirigida a Don Joaquín Gutiérrez del Valle, un señor que no vive ni trabaja aquí. Sé que les cuesta entenderlo, puesto que expediente tras expediente insisten en enviarme comunicaciones que ni puedo ni quiero atender.
Se trata de un error frecuente por parte de las distintas Administraciones públicas que, haciendo gala de la dejadez de la que ya se quejaba Larra en el siglo XIX, tienen por bandera el sostenella y no enmendalla al que los ciudadanos ya estamos acostumbrados. En los últimos dos años han llegado a mi domicilio no menos de diez notificaciones dirigidas al señor Gutiérrez del Valle, entre las que se incluye una cita médica para una colonoscopia, la admisión a trámite de una demanda de divorcio, tres multas de tráfico y, lo que ya es el colmo de la desorganización, una tarjeta censal. No me consta que hayan sufrido el mismo destino equivocado sus cartas de amor o cualquier otro documento con carga poética.
De ese desconocido al que uds. consideran ser yo mismo puedo aportar algunos datos deducidos de su correspondencia –no me juzguen severamente por violar el secreto de las comunicaciones de ese señor puesto que, al fin y al cabo, para los organismos públicos resultamos indistinguibles– que espero les sirvan para rectificar: varón español en la cincuentena, divorciado, arquitecto, con pólipos en el colon y con muchos problemas para cobrar sus trabajos y llegar a fin de mes. Nada nuevo, nada especial. En 2019 se hizo tarjetas de visita: «Rápido, Bueno, Barato. Solo dos cosas a la vez». Al parecer, no le sirvieron para mejorar profesionalmente, su vida personal se dirigió al fracaso y su correspondencia a mi casa.
Les ruego rectifiquen. Creo que ese hombre está enfermo.
Atentamente,
J.G.V.
Si te ha entrado el gusanillo, y quieres participar en la próxima edición del Premio de ArquiRelatos permanece atento a nuestras redes sociales.