

Un equipo de arquitectos y biólogos de la Universidad de Navarra asegura que podemos aprender de estos peces para reducir la demanda de calor de los edificios.
Al parecer la distribución de sus funciones y organismos vitales puede ser mimetizada en la distribución interior de los edificios de oficinas para mantener las temperaturas más cerca del rango de confort. COnsiste en concentrar las salas de reunión y despachos de alta ocupación en el centro de la planta y dejar las áreas de trabajo abiertas (y con menor densidad) para el perímetro.
“Es justo lo que consigue el atún al situar sus funciones vitales en el centro de su cuerpo. Este pez concentra allí su sistema nervioso, respiratorio y digestivo, así como el conjunto de músculos rojos que le confieren ese tono rojizo tan particular y que aseguran que el calor generado quede resguardado en su interior. Así puede sobrevivir en aguas gélidas -de hasta 4 ºC- donde otros animales de su tamaño no mantendrían una actividad tan elevada”, explica Rafael Miranda.
Por otra parte, está la rete mirabile, la compleja red de venas y arterias que recorren el cuerpo de los atunes desde el centro hacia las escamas, oxigenando el organismo con una mínima pérdida de calor. “Aplicado a la Arquitectura, puede servir también para plantearnos cómo realizar la ventilación de los edificios de la forma más efectiva y sostenible”.
Además, se ha comprobado que esta teoría se hace más significativa en ciudades con climas fríos como Berlín, Oslo o Pamplona. En este tipo de localizaciones, la reducción de demanda energética de calefacción se reduce en un 5% sólo con tener un poco de cuidado en el diseño de la distribución interior.
«Lo más interesante de nuestra propuesta es que apenas requiere gastos. No estamos hablando de cambiar fachadas ni de reformar grandes instalaciones, sino de plantear las distribuciones interiores de otro modo”añade Amaia Zuazua.
Aunque al lado de otras innovaciones que mencionamos en este blog un 5% de reducción de demanda pueda parecer escaso, hay que considerar que es algo que no cuesta absolutamente nada; sólo un poco de interés a la hora de diseñar y la conciencia del usuario para utilizar el edificio como debe. A nivel económico, cero. A nivel medioambiental, todo cuenta.